viernes, 12 de febrero de 2010

El elemento faltante

Hace unos años que tengo esta teoría sobre Tiger Woods, y no tiene nada que ver con sus amantes, rehabilitación sexual o ninguna otra historia surgida de los tabloides.


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Aún no se sabe cuando volverá a jugar Woods
No, esto se trata de Woods como golfista profesional. Lo recuerdan: 10 veces jugadores del año, 14 veces ganador de majors, el mejor de todos.
Incluso antes que Tiger quedara en el centro de la escena por sus actividades extradeportivas, nunca lo confronté con esta teoría, simplemente porque hubiera descartado la noción con un simplemente movimiento de cabeza. Está bien. No necesitaba escuchar sus pensamientos porque podía ver sus acciones.
De rabietas fuertes tras malos tiros de salida hasta insultos por los cambios en la dirección del viento, desde miradas duras a los fanáticos que coreaban su nombre a un desgano general para jugar, el Nº1 me ayudó a formular esta idea desde el campo. Finalmente, entendí lo que lo estaba comiendo, porqué lucía tan miserable mientras dominaba al resto. Tiger Woods ya no disfruta jugando golf.
Esta teoría es ahora más relevante que nunca, porque sirve como explicación de porqué su exilio auto impuesto continuó más allá de lo que hubiera sido su primera aparición de la temporada en el PGA Tour en Torrey Pines, y porqué podría extenderse más de lo que muchos podemos imaginar.
Incluso cuando estuvo saludable y sin obligaciones familiares durante una temporada complete -una combinación que no ocurre desde 2005- Woods jugó menos evento que casi todos los demás profesionales reconocidos. Ha admitido en varias ocasiones que no juega golf cuando está de vacaciones. Ni siquiera ha visto algunos de los mejores campos de golf que no alojan torneos de primer nivel durante su carrera.
Seguro, su riguroso régimen de entrenamientos es legendario, pero eso habla más de su ética de trabajo y dedicación que de su pasión. Piensen en esto: Si Woods amara el juego, ¿no buscaría escapar de su dañada vida personal en los familiares confines de un torneo?
¿No intentaría recuperar algún sentido de normalidad en una vida demasiado irregular volviendo al lugar donde hace las cosas mejor que nadie?
No siempre fue así. Es probable que no haya habido un momento decisive en el que Woods decidió que el golf ya no lo afectaba como antes. En cambio, fue como una ocurrencia gradual, llevándose a cabo entre el tiempo que declaró, "Hola, mundo" cuando que se convirtió en profesional en 1996 y llegando hasta cuando ganó el JBWere Masters en Australia hace dos meses su más reciente aparición en un campo de golf, la cual podría ser recordada más por un Tiger frustrado arrojando el driver que por el triunfo en sí.
No me malinterpreten. A Tiger no le desagrada todo sobre el deporte. De hecho, ha vivido rindiendo en las arenas más competitivas durante toda su carrera. Ama ganar, adora ser mejor en algo que todo el resto del planeta. Lo empuja no sólo romper todos los récords, sino dejarlos fuera del alcance de cualquier nuevo fenómeno que pueda aparecer.

Eso no es todo. Para mejor o peor, Woods puede haberse hecho dependiente de los lujos que emanaban de su status. Fama. Poder. Dinero. Si creemos en las historias de los tabloides, cada una de ellas encaja en esta personalidad adictiva.
¿Y qué hay del juego mismo? ¿Del acto de pegarle a la pelota y armar una estrategia en el campo tratando de embocar la pelotita con la menor cantidad de golpes posibles? La novedad se acabó hace tiempo.
A Jack Nicklaus, el hombre dueño del récord de majors al cuál Woods ha pasado su vida persiguiendo, le preguntaron recientemente qué significaba el golf para él y explicó: "Jugué el deporte porque lo amaba y lo jugué por el amor al deporte. Lo jugaba porque cuando jugaba, la competencia, la carga que obtenía de ella, me excitaba ser realmente bueno para algo. Me excitaba poder concentrarme en algo, trabajar en algo, tener objetivos al respecto, era algo que llenaba mi vida de emoción".
La próxima vez que Woods hable con tanta reverencia y entusiasmo será la primera vez. Ha sido mucha veces halagado por el enfoque de hombre de negocios que tiene para con el juego, pero es posible que la falta de emoción positiva durante cualquier situación excepto los momentos de victoria hayan sido malinterpretados como concentración y deseo.
Es un perfeccionista en un deporte en el que la perfección no existe. Quizás eso es lo que sucede cuando un atleta se ve consumido por la competencia a tan temprana edad, como sucedió en el caso de Tiger. Convirtió las lecciones tempranas de su padre, Earl, en inmediato suceso, famosamente mostrándose para las cámaras en el "The Mike Douglas Show" poco después de aprender a caminar. En algún momento del camino, sin embargo, el golf se convirtió más en una profesión que una pasión, más función que enamoramiento.
Si la historia suena familiar, es porque tiene paralelismos con la del ex tenista estrella Andre Agassi. Como Woods, Agassi fue criado para ser campeón, practicando cada día bajo la atenta mirada de su demandante padre. En la superficie, el plan fue un tremendo éxito; se convirtió en uno de los más grandes jugadores de la última mitad de siglo.
Sin embargo, la verdad se conoció cuando se publicó su autobiografía, "Open", en 2009. En el libro, Agassi escribió sobre su última aparición profesional en el U.S. Open de 2006 y recuerda haber pensado: "Juego tenis para vivir, aunque odio el tenis, lo odio con oscura y secreta pasión, siempre ha sido así. Mientras esta última pieza de identidad cae en su lugar, me arrodillo y espero. En un susurro digo: Por favor que termine".
No es una condena de Woods ni de ningún otro atleta- identificar su fuerte antipatía hacia la carrera elegida. En toda profesión, hay aquellos que aman su trabajo y otros que lo aborrecen, sin embargo continúan haciéndolo por diversas razones. Dado que el golf es visto más como un hobby que como una tarea por las masas, se espera que un "golfista profesional" no aborrezca su trabajo, aunque es simplemente un trabajo para muchos de aquellos que cobran para jugar.
"Entre todos nosotros, la mayoría está enamorado del deporte, tienen un verdadero amor por el juego, pero algunos de nosotros simplemente jugamos porque somos adictos a la competencia y nos gusta el estilo de vida que el juego nos provee", me dijo un miembro actual del PGA Tour. "No estamos tan enamorados con el juego como solíamos estar, por eso lo tratamos como un trabajo. Para mí, particularmente, fue algo que me di cuenta en la universidad. Trabajé duro para llegar a este nivel, pero no estaba realmente emocionado cuando empecé a hacerlo más seguido. No fui un apasionado, pero funcionó bien. Me di cuenta que no tienes que amar algo para ser bueno en ello".
"A esta altura de mi carrera, creo que pudo haber sido mejor porque pude desprenderme de los buenos y malos resultados más rápidamente y concentrarme más en mi vida familiar y en cosas fuera del campo. No estoy realmente calificado para hacer algo más que pueda proveerme el estilo de vida que llevo. Es una elección fácil si lo miras de ese modo".
Es una elección que Woods, a diferencia de tantos colegas, no necesitará tomar en el futuro cercano. Incluso a pesar de la pérdida de varios sponsors y su arreglo por el divorcio, podría vivir muchas vidas incluso sin volver a ganar un centavo.
Esto debería servir como un signo de advertencia para aquellos que desean verlo regresar a la arena competitiva en el corto plazo. Si Woods no necesita el dinero y ya no siente pasión genuina por el deporte, entonces no sería más que un actor jugando un rol: ¿Cuás es la motivación?
Quizás sean los antes mencionados dividendos los que aumenten la carrera de Woods. Quizás desee una renovada o al menos redireccionada- fama y poder, eligiendo una vez más ser conocido por su éxito y no su escándalo. O quizás vuelva buscando nuevamente darle pelea a los libros de los récords, reafirmando su meta de superar la marca de majors de Nicklaus.
Sin embargo, hay otra opción. Durante esta difícil parte de su vida, en conjunto con su licencia del golf profesional, quizás recupere el amor por el juego que perdió en los últimos años. Podría incentivarse con un hierro bien pegado o con la satisfacción de ver un putt caer en el hoyo, pero esperemos que en algún punto vuelva a regresar a los tiempos en que era un pequeño niño que jugaba al golf porque lo disfrutaba.
Hasta ese momento, no esperen que Tiger Woods esté inspirado para regresar al golf competitivo.

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