miércoles, 27 de enero de 2010

Sentencia dispareja

Mark McGwire está de vuelta. ¿Pero Pete Rose sigue fuera?

El béisbol de Grandes Ligas continúa su racha de hipocresía.

Joey Foley/FilmMagic
Pete Rose se disculpó hace años pero sigue sin poder ejercer ningún rol en el béisbol
¿Cómo es posible que McGwire reciba una ovación de pie de parte de los fanáticos de San Luis, pero Rose tenga su cara de 68 años de edad presionada contra la pared de MLB? McGwire no solo pasó directamente de su tanque de aislamiento a un gran trabajo como coach de las Grandes Ligas, sino que tiene al manager de los Cardenales Tony La Russa interfiriendo contra todo el que piense que esta es una mala idea.
Mientras tanto, Rose se mantiene como un paria. ¿Ah?
Ambos comprometieron la integridad del juego y ambos sufrieron daño irreparable a sus reputaciones. Pero de alguna manera los pecados de béisbol de Rose son mortales y los de McGwire son veniales. Eso no hace ningún sentido.
Solo para que no haya confusión, Rose fue un asqueroso. Apostó en juegos de béisbol, fue atrapado, y luego mintío a través de cada uno de sus dientes de Charlie Hustle por casi 15 años. Violentó la regla más sagrada del deporte y fue sacado de la profesión de igual forma que un árbitro del plato saca una pelota machucada.
El entonces comisionado de MLB Bart Giamatti fue quien proscribió a Rose del béisbol en agosto de 1989. Ocho días despues de que Rose firmara el acuerdo, Giamatti falleció de un ataque al corazón. Su sucesor, Fay Vincent, no cambió de opinión en torno a la suspensión. Ni tampoco el sucesor de Vincent, Bud Selig, quien consideraba a Giamatti uno de sus amigos más cercanos.
Finalmente Rose admitió en el 2004 que había apostado en el béisbol. No importa. La orden de restricción de por vida de Grandes Ligas le prohibe siquiera acercarse a los estadios.
Lo que Rose debe hacer es esto: Utilizar esteroides ilegales y sustancias para mejorar el rendimiento, engañar a los fanáticos del béisbol, hacer millones de dólares manchados, engañar el libro de records y a la familia de Roger Maris, apretar el botón de silenciar la verdad, esconderse, y luego reaparecer cinco años más tarde con lágrimas en sus ojos y una confesión con más huecos que una máscara de receptor. (Mark, ¿realmente las sustancias para mejorar el rendimiento no te ayudaron a batear jonrones? ¿Hablas en serio?)
Para crédito de McGwire, al menos él admitió lo obvio y se disculpó. Aún así, ¿cómo es posible que la admisión de Rose en el 2004 de haber apostado no haya hecho diferencia para MLB, pero la reciente admisión McGwire de uso de esteroides (casi seis años luego de su embarazosa aparición congresional) resulte en un abrazo de bienvenida de parte de la oficina de la liga?
Nadie está emocionado con el regreso del Big Mac. Desde la Confesión a Medias de McGwire, miembros del Salón de la Fama como Carlton Fisk y Ferguson Jenkins han despotricado contra él. Adolphus A. Busch IV, cuya familia fue dueña de los Cardenales, también arremetió contra McGwire. Y el próximo miembro de Cooperstown en el 2010, Whitey Herzog, cuestionó la ciega lealtad de algunos fanáticos de los Cardenales.
McGwire se lo merece todo eso.
Pronto, McGwire se reportará a los campos de entrenamiento primaveral como el nuevo instructor de bateo de los Cardenales. Se podrá poner un uniforme de Grandes Ligas nuevamente. Estará haciendo lo que le gusta.

AP Photo/Jeff Roberson
Mark McGwire ha enfrentado muchas preguntas desde que admitió el uso de esteroides
Pero Rose no. El líder de todos los tiempos en hits conectados (su promedio de por vida de .303 es 40 puntos más alto que el de McGwire) está en un estado permanente de inercia. Selig se sienta en la torre de control de MLB y se rehusa a que el avión de Rose pueda aterrizar.
Esto no es acerca del Salón de la Fama. En el momento en que Rose apostó en el béisbol fue el momento en el que perdió para siempre su placa de bronce. McGwire debería ser sometido a un estándar idéntico. En el momento en que comenzó a defraudar el juego, los fanáticos y al libro de records con sus sustancias para mejorar el rendimiento fue el momento en que se convirtió en persona non-grata para Cooperstown.
Rose apostó. McGwire se dopó. Ambos hicieron trampa.
Si Selig va a acoger la explicación de McGwire y su disculpa, entonces tiene que hacer lo mismo con Rose. Es tiempo de terminar la doble vara endosada por la oficina del comisionado y las Grandes Ligas.
No es por imitar a Reagan, pero Sr. Selig, derribe ... esa ... pared ... contra ... Rose.
No se si eso sea lo correcto, pero si es lo justo. Uno no puede darle a McGwire una segunda oportunidad, pero al mismo tiempo ignorar la petición de reinstalación de Rose. Uno no puede abrazar a un tramposo, y luego colgarse del brazo del otro.
Rose se ha disculpado por sus errores por seis años.
McGwire se ha disculpado por los suyos por dos semanas.
Rose ha rogado, suplicado e implorado por el perdón. Incluso ha vendido camisetas en su portal de Internet que dicen, "Lamento haber apostado en el béisbol."
McGwire publicó un comunicado a través de The Associated Press y acordó otorgar un puñado de entrevistas, pero todavía le queda por ofrecer una conferencia de prensa completa (el reciente fiasco de seis minutos en San Luis no cuenta). Pónganlo de esta manera: McGwire no ha pasado por el via crucis completo de la verdad.
Sí, Rose traicionó al deporte apostando en el béisbol. No hay manera de evitar ese elefante en el medio del dugout. Pero McGwire, Alex Rodriguez y Andy Pettitte -- usuarios confesos de sustancias para mejorar el rendimiento -- traicionaron de igual manera la confianza de los fanáticos.
Selig es un tipo compasivo. Esa es su fortaleza y a la vez su debilidad. Él adoraba a Giamatti, así que quizás se preocupa por comprometer el legado de su amigo si retira la suspensión de Rose.
Pero, ¿quién sabe si el propio Giamatti hubiese suavizado su postura luego de 20 años? De todas maneras, Giamatti tomó su propia decisión. Selig es lo suficientemente seguro como para hacer lo mismo en cuanto a Rose.
Rose debutó en las Grandes Ligas en 1963, el mismo año en que nació McGwire. McGwire hizo su debut en 1986, el mismo año en que Rose jugó su último partido. Así que ambos están vinculados por años, por escándalos y por confesiones.
Sí Selig hace lo correcto, Rose y McGwire también estarán vinculados por el 2010: el año en que ambos volvieron del exilio.

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